Aptosis en la Teoría de Sistemas: Disolución ‘programada’ en los sistemas sociales

La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene

Jorge Luis Borges

por Alejandro Espinosa Rada

Estudiante Magíster en Sociología – Pontifica Universidad Católica de Chile

Para quienes están familiarizados con la teoría de sistemas de segundo orden, no es de extrañar la centralidad que adquiere el concepto de autopoiesis ni el de comunicación en la arquitectura de dicha teoría. No obstante la importancia de lo anterior, esta entrada intenta rastrear una forma complementaria a la idea de autopoiesis a través del concepto de apoptosis.

El concepto de autopoiesis fue originariamente acuñado por Maturana y Varela (2003) en donde se enfatizaba que los seres vivos se caracterizaban por, literalmente, producirse continuamente a sí mismos. Por ello, los autores señalaban la urgencia de considerar la organización que los define como una organización autopoiética donde la auto-reproducción consistía en el proceso en que el reproductor y lo reproducido coincidía en un mismo momento, o, en otras palabras, donde la producción se orientaba a producirse a sí misma. Años más tarde el teórico alemán Niklas Luhmann adoptaría dicho concepto en su propia perspectiva teórica. En sus palabras:

“La teoría de la autopoiesis es en este sentido una especie de metateoría que no debe colocarse como instrucción de la base metodológica de la investigación empírica, en el sentido de exigirle pronósticos estructurales. Y, sin embargo, debe quedar colocada, allí, como una orientación general” (Luhmann, 2002: 124) .

En el esquema propuesto por Maturana y Varela, existen cuatro dominios en la estructura de una unidad específica, siendo: dominio de cambio de estado, dominio de cambios destructivos, dominio de perturbaciones y dominios de interacciones destructivas. Para el esquema de los biólogos, no es de extrañar la anticipación de un tipo de destrucción que resulta de un cambio devastador en su estructura, junto con la consideración del medio en el mismo proceso. Al haber cierta compatibilidad los sistemas tan solo podrían apreciar dicha compatibilidad o conmensurabilidad, no obstante, si existe interacción, habrían perturbaciones y se gatillarían mutuamente cambios de estado, proceso denominado por los autores como: acoplamiento estructural (Maturana & Varela, 2003:64-65). Por tanto, habría un cambio en la unidad del sistema, el cual puede darse porque fue gatillado por otro sistema o por su entorno, pero no por ser auto-producido.

Si los cambios de estado, en el esquema biológico de Maturana y Varela, podían darse o bien por el entorno o por el propio sistema, ello no garantizaba la estabilidad o unidad organizativa del sistema, sino, muy por el contrario: las perturbaciones y/o cambios auto-producidos podían ser de tal magnitud que no llevara necesariamente a la unidad auto-referida del sistema, sino a una disolución de dicha unidad. Para Maturana un proceso alternativo producido en la propia autopoiesis era la alopoiesis definida como “sistemas mecánicos cuya organización no produce las partes componentes y los procesos que los realizan como unidad, y en los cuales, por tanto, el producto de su funcionamiento es distinto de ellos mismos” (Maturana 1982: 159, citado en Mascareño, 2010: 67), produciendo una estructura distinta a la propia autopoiesis del sistema, sin tematizar la pérdida de unidad del sistema originario. Diversas preguntas surgen de éste proceso: ¿Qué ocurre cuando no se produce otra estructura distinta a la del primer sistema? ¿Qué ocurriría si el propio sistema ‘programara’ su disolución? El fenómeno sería otro y sus consecuencias, como veremos a continuación, distintas.

En avances posteriores de la biología (Arango 1997Thomson 1995) se ha utilizado el concepto de apoptosis (o aptosis [1]) para hacer referencia a la muerte programada de una célula. Este concepto intenta diferenciarse de la necrosis (proceso activo), que al igual que la apoptosis provoca una muerte celular, pero generando ruido en el entorno al destruir sus membranas. Ello principalmente por daños del entorno que hacen irreversible mantener su unidad estructural (lo que podríamos considerar como un proceso de acoplamiento estructural). La apoptosis en cambio, presupone que el suicidio de la célula sea ‘silencioso’ (auto-descrito en su propia expectativa), cuya muerte es auto-producida (aun cuando puede ser gatillada por algún elemento del entorno), y en donde su suicidio es un proceso pasivo y sin impactos severos en su entorno (suponiendo cambios estructurales en las células). En la apoptosis sus propias alteraciones son cambios significativos e importantes, las cuales pueden ser originadas por sí mismas o gatilladas por su interacción con otros sistemas, proceso que se diferenciaría del acoplamiento estructural y el cual produciría su disolución como sistema auto-referido.

Para Luhmann los sistemas auto-referidos dependen, en gran parte, de los elementos que lo componen y su diferencia con el entorno, pero también por la descripción de sí mismos. En sus palabras:

“La teoría de los sistemas autorreferenciales sostiene que la diferenciación de los sistemas sólo puede llevarse a cabo mediante autorreferencia; es decir, los sistemas sólo pueden referirse a sí mismos en la constitución de sus elementos y operaciones elementales (lo mismo en el caso de los elementos del sistema, de sus operaciones, de su unidad). Para hacer posible esto, los sistemas tienen que producir y utilizar la descripción de sí mismos; por lo menos, tienen que ser capaces de utilizar, al interior del sistema, la diferencia entre sistema y entorno como orientación y principio del procesamiento de información” (Luhmann, 1998: 33).

Dicha descripción de sí mismos, condiciona los estados del propio sistema. Lo que lleva, en gran parte, a su estabilización en el tiempo y lo que posibilita su disolución ‘programada’.

¿Dónde y cómo rastrear el proceso de apoptosis? No es claro si este puede situarse en el contexto de la diferenciación funcional de la sociedad, pese a que Luhmann consideraba la posibilidad de su destrucción (Luhmann, 2007: 597). De momento, algunos posibles casos de apoptosis observables en la sociedad contemporánea son los partidos de fútbol, los cuales en sus propias formas auto-descriptivas ‘programan’ un comienzo y una disolución: el partido ocurre en un momento específico bajo sus propias expectativas y aunque pueda volver a verse por otros medios, este no puede ser distinto a cómo fue y, aunque haya diversos enlaces con otros partidos (los cuales condicionan su tabla de posiciones en el sistema del deporte), estos sistemas se disuelven para la continuidad del sistema funcional.

Otros casos pueden ser los casamientos por conveniencia legal (ejemplo: suizo con cubana que busca salir de Cuba y conseguir residencia para separarse al cabo de unos años, y en donde al separarse ya no están obligados por el matrimonio), los juegos, los sabotajes dentro de los procesos productivos en las industrias, los suicidios colectivos, la expropiación o quiebra de empresas (como cerrar las tiendas Blockbuster quien ante el contexto ‘programa’ su disolución), solo por nombrar algunos.

Considerando la contingencia y la temporalidad de los propios sistemas, nada garantizaría que debieran mantener su autopoiesis sin que estén ‘programadas’ a desaparecer. La disolución de los sistemas son procesos característicos de la sociedad: algunas organizaciones son temporales para producir otras organizaciones, ciertas interacciones son solo situaciones programadas, entre otros. En otras palabras, pareciera ser plausible que los sistemas pueden auto-referirse descriptivamente como unidad orientada a su disolución, en otras palabras, como una muerte ‘programada’ del sistema.

Finalizando, el problema de la apoptosis y sus consecuencias puede ser conectado con diversas investigaciones. Dentro de ellas se pueden nombrar el programa de orientación sistémico contextual (Mascareño, 2011); la forma que toman la programación de las decisiones en las organizaciones (Knudsen, 2006); la manera en que se parasitan las relaciones sociales, incluso, en términos de observación (Serres, 1982) o la manera en que el derecho constituye sus comunicación (Teubner, 1993; Neves, 2006).

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[1]  El Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el 2002 fue otorgado conjuntamente a Sydney Brenner, H. Robert Horvitz y John E. Sulston «Por sus descubrimientos sobre la regulación genética del desarrollo de órganos y la muerte celular programada». El concepto proviene del griego ἀπόπτωσις “caída” en el sentido de algo que se desprende de algo. Ejemplo: la caída de la hojas de los árboles. La palabra está compuesta por ἀπό (apó), ‘desde’ o ‘a partir de’ y πτωσις, (ptōsis) ‘caída’.

4 comentarios

Felipe 06/10/2014 Contestar

Buena columna, pero me queda una pregunta. Más allá del rasgo de la auto-desprogramación, cómo es posible diferenciar entre la aptosis y las operaciones propias de un sistema dado. Un partido de fútbol es un evento del sistema del deporte, evidentemente; se puede situar a un observador que lo distinga como un sistema de interacción (co-presencia de sist. psíquicos), no obstante, su desaparición no da cuenta de una alteración estructural en el sistema (a lo más de una transformación semántica, si uno quiere, pensemos en arg-ing mex 86). Quizás cabria preguntar, es posible la aptosis a nivel de sistemas funcionales? es que las cadenas de pago desaparecerán o la mantención de expectativas normativas en el tiempo de un momento a otro se autoprogramarán para desaparecer? Ahí me parece más complicado, y me quedan dudas si el concepto se aplica a esos niveles. De hecho, si observamos a como los primados de formas de diferenciación dan lugares unos a otros, o se superponen en arreglos territoriales o regionales específicos, más que aptosis uno sólo ve autopoiesis de la sociedad… Es decir, el concepto de autopoiesis tiene una presencia a todo nivel y acarrea consigo la posibilidad de su propia descripción, no así la aptosis. Si esta fuera posible a todo nivel de formación de sistemas, significaría que la sociedad (mundial) habría de auto-desprogramarse en algún momento de su evolución, y claro, los cataclismos son posibles, pero más como resultados de riesgos no previstos que de formas de programación efectivas por el sistema.

Slds.

F.

fervart 06/11/2014 Contestar

Interesante concepto Siguiendo esos ejemplos, entonces todo sistema de interacción con reglas de disolución sería un caso de aptosis: una clase en el sistema de educación, cualquier juego, un paro (si tiene reglas de disolución logrado un objetivo)… ¿Valdrían estos casos o habría que buscar por otra parte? Los ejemplos hacen pensar que es más probable encontrar casos de aptosis en el nivel de la interacción.

Alejandro ER 06/11/2014 Contestar

Estimado Felipe y Fernando. Efectivamente por motivos de espacio no fue posible profundizar algunos temas y probablemente tampoco pueda responder satisfactoriamente la hipótesis de la aptosis.

Sin duda tanto la autopoiesis como la apoptosis (aptosis) son operaciones de un sistema. La diferencia que intenté plantear en esta entrada, es con respecto a la orientación que adoptan los diferentes sistemas, sobre todo en base a la dimensión temporal y/o a través de los procesos socio-evolutivos: “auto-producirse”/”auto-disolverse”. Si bien los sistemas de interacción tienden a aparecer/desaparecer con bastante rapidez, los sistemas organizacionales son bastante estables en el tiempo y estos eventos de la sociedad son fácilmente perceptibles como procesos de aptosis. En ese sentido, tiendo a pensar que interacciones con reglas de disolución son efectivamente procesos de aptosis. Con respecto a los sistemas funcionalmente diferenciados, como señalé en esta entrada: Me parece que “No es claro si este puede situarse en el contexto de la diferenciación funcional de la sociedad”.

Sin embargo, hay una frase de Luhmann que me parece algo compleja y sugiere algunas especulaciones (o por lo menos se encuentra abierta al devenir temporal): “En la relación entre los sistemas funcionales puede haber destrucción – no instrucción – según el grado de dependencia que tengan entre sí” (Luhmann, 2007: 597). Creo que esa cita refleja la potencialidad del sistema de dejar de diferenciarse como lo ha hecho y sufrir eventuales procesos de auto-disolución, pero no es clara la orientación que el sistema mundo pueda adoptar luego. En ese sentido, no quisiera hacer algún tipo de prognosis.

Con respecto a los sistemas funcionalmente diferenciados. Como ejemplo, tengo la impresión de que por lo menos si rastreamos el proceso sociogenético en que se desarrolló la astronomía, algo podemos especular sobre la disolución del “proto sistema de la ciencia”. Varias de las semánticas en uso, predominantemente por las imprecisiones auto-descriptivas de los modelos cinemáticos para explicar los movimientos de los astros, comienzan a auto-programar su disolución al ser inconsistentes con las semánticas heliocéntricas en la evolución del sistema. Este tema, personalmente, me parece fascinante y actualmente algo estoy intentando hacer en esa línea.
Por último, creo que por lo menos existe como potencialidad que el sistema mundo pueda desaparecer. La disolución del sistema social depende en gran parte de la adaptación (propias alteraciones como cambios significativos e importantes) de la especie (exitoso o no), y claramente algo puede ocurrir para producir nuestro exterminio (las cuales pueden ser originadas por sí mismas o gatilladas por su interacción con otros sistemas).

Sin embargo, la historia de la humanidad pareciera no necesariamente ser infinita (basta con que cambie estrepitosamente la temperatura de la tierra para que desaparezcamos), y si eso es así, en el continuo del tiempo y el universo, no somos más que un anécdota auto-programada a su disolución.

Pero como señalé en un comienzo. La hipótesis de la aptosis necesita de investigaciones en esa línea, y espero que ‘algo’ nos diga de la sociedad.

Muchas gracias por sus comentarios.
Saludos,

Felipe 07/24/2014 Contestar

Alejandro, entiendo lo que planteas, pero aún así hay dos elementos que no me calzan.

El primero es que en el texto hasta cierto punto igualas autopoeisis y aptosis, y el punto es que no son funcionalmente equivalentes porque no es posible, a mi juicio (ya sigo con el nuevo ejemplo que das), encontrar procesos de aptosis a todo nivel de la sociedad como autoprogramación. Coincido en que en términos de gradiente de complejidad son procesos que pueden ser observados en sistemas de interacción y organizacionales, especialmente en organizaciones que operan contextualmente acopladas a sistemas funcionales (por ejemplo, las variadas comisiones presidenciales de Bachelet). Pero no consigo ver la posibilidad de aptosis en los sistemas funcionales, menos aún en el sistema social como sociedad mundial.

Lo segundo. El ejemplo nuevo que entregas, en relación a la astronomía, me parece que lo que experimenta un proto-sistema de la ciencia no es aptosis bajo ningún parámetro, sino que pura evolución en la cual ciertas semánticas (teorías) van siendo modificadas a medida que se ajustan las estructuras de expectativas cognitivas a través de las cuales se observan hechos científicos y estos retroalimentan el sistema a nivel semántico. Y ahí, haces un pequeño cambio en tu argumento que no es menor: las semánticas programan su autodisolución – y hasta donde yo te había entendido eran los sistemas los que programarían su autodisolución, para ser más específicos, los sistemas sociales. Y no me parece que sea así, esas semánticas en específico más bien se desacoplan de los complejos de estructuras a través de las cuales se les da curso en la observación científica, pero no desaparecen del sistema, todo lo contrario, permanecen como semánticas que permiten describir la evolución en el tiempo del sistema y sus cambios, como bitácora histórica.

Luego insistes en la potencialidad de que el «sistema mundo» desaparezca, y, de nuevo, eso ocurre en la forma de riesgo, y no es algo autoprogramable en el sentido que tú lo planteas. El sistema de producción capitalista mundial evidentemente genera alteraciones en sus entornos físicos y sociales que lo ponen en riesgo, pero de eso no se deriva que el sistema los produzca de forma autoprogramada para desaparecer en el futuro. Cuando hablas de que nosotros, como humanidad, no somos más que una anécdota auto-programada a su disolución sólo agregas a la noción de aptosis una dimensión teleológica que, me parece, termina de hacer al concepto absolutamente incompatible con los supuestos básicos de la teoría.

Finalmente, respecto de la cita de Luhmann, si la entiendo bien (Luhmann se encuentra en esa parte explicando la diferenciación de los sistemas funcionales en la sociedad moderna) me parece que más bien disiento con él. Al plantear que un sistema puede destruir a otro y no así instruirlo, me parece, entra en contradicción con el hecho de que los sistemas funcionales se diferencian en torno a funciones y prestaciones específicas, y que en ocasiones algunos pueden tomar las funciones de otros (el trabajo de Mascareño es claro a ese respecto). Entonces, la afirmación debiera ser la contraria, los sistemas funcionales no se destruyen los unos a otros (ni se auto-programan para desaparecer), más bien sus operaciones funcionales pueden tender a converger con los de otro sistema, y así diferenciarse como una unidad, pero de un modo distinto a como lo hacían como unidades singulares diferenciadas. Y más aún, la noción de des-diferenciación justamente indica que los sistemas pueden instruir a otros en torno a sus valores operativos, fenómeno especialmente observable en espacios en donde se combinan las formas de diferenciación dominante, especialmente estratificación y segmentación con la diferenciación funcional. El modelo que Luhmann utiliza ahí es demasiado esquemático e ideal y no se condice con la misma descripción sistémica que lo sigue.

slds.

f.

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