La confianza en la complejidad: una aproximación desde la Teoría de Sistemas de Niklas Luhmann

Los grandes procesos civilizadores de transición hacia la confianza en el sistema, dan a la humanidad una actitud  estable hacia lo que es contingente en el mundo complejo, hace posible vivir con la consciencia de que todo podría ser de otra manera

Niklas Luhmann

Imagínense el siguiente caso: “Supónganse que su auto ha estado haciendo ruidos extraños. Van a un mecánico, le explican el problema, dejan el auto y esperan el resultado. Al día siguiente el auto está listo, el mecánico les dice que era necesario cambiar los amortiguadores y que hacerlo le demandó cinco horas, ustedes pagan y se van manejando su auto, ya sin aquellos ruidos. Ustedes eligen el mecánico y pueden recompensarlo recurriendo nuevamente a él si están satisfechos con el resultado o castigarlo yendo a otro lugar si no lo están. Pero hay cantidades de cosas que el mecánico sabe y ustedes no: si estaba dispuesto a hacer el mejor trabajo de que fuera capaz o lo menos posible para sacárselo de encima, si el auto requería una reparación mayor o tan sólo un pequeño ajuste, si de hecho hizo el trabajo en una hora o si le llevó cinco. Ustedes lo contratan para que actúe en vuestro mejor interés pero ustedes saben que él tiene sus propios intereses. Ustedes pueden recompensarlo o castigarlo. Pero tendrán que decidir cuál de las dos cosas hacer contando con información imperfecta, dado que él sabe cosas que ustedes no saben y hace cosas que ustedes no ven” (Przeworski 2007).

Con el ejemplo arriba mencionado podríamos sostener que la confianza es uno de los elementos claves para aceptar o rechazar aquellos compromisos sociales en las cuales nos desenvolvemos día a día. El hecho de depositar la confianza en el mecánico también se ve reflejado cuando en nuestra cotidianeidad nos vinculamos con un médico, un funcionario o hasta con alguien que conocemos en nuestra vida amorosa. Ella se nos muestra entonces como un hecho básico en nuestra vida social (Luhmann 1996) y sin ella, difícilmente, seríamos capaces de movernos de un punto a otro en el mundo de nuestra existencia. Implicaría no poder reconocer que la confianza es uno de los prerrequisitos básicos para vincularnos los unos a los otros, pudiendo con ella construir expectativas acerca de la persistencia (Barber 1983) , a pesar de las decepciones que podemos sufrir, de un orden social complejo.

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En primer lugar, desde la perspectiva sistémica de Niklas Luhmann (1991; 2007), se deben dar cuatro condiciones en el operar de la confianza (hagan el ejercicio con el ejemplo arriba mencionado!). Primero, debe haber un mutuo compromiso que debe ponerse a prueba en ambas partes, entre alter y ego. Si no se pone a prueba el compromiso, pues no operaría la posibilidad de aceptar o rechazar la apuesta.  Segundo, se debe conocer bien la situación exacta en la cual se va a poner a prueba tal compromiso. Las situaciones en la cual nos involucramos, tanto para alter como para ego se nos hacen conocidas y por ello, éstas se nos hacen familiares. Tercero, la confianza sólo puede ser ofrecida más no exigida. No existe un orden del más allá que nos imponga la oferta de confianza puesto que ello implicaría una exigencia en la cual uno no puede tener la libertad de rechazar la oferta. Por ello, la confianza sólo es voluntaria pues no depende de previas prescripciones ni de algún fundamento moral. Cuarto la confianza se gana con el riesgo que ello implica, es decir, se debe esperar que una de las partes acepte la oferta de confianza.

En segundo lugar, debemos también reconocer que una precondición para la confianza tiene que ver con lo familiar, como aquello que se nos hace objetivamente conocido en el campo de la experiencia con mi otro yo (Heidegger 1997), y ello es condición de posibilidad de poder confiar en un mundo en la que las situaciones son contingentes. Imagínese si salimos y dejamos el auto en el restaurante y no en el mecánico o si nos dirigimos a la estación de metro para tomar el avión. Cómo podríamos llegar a nuestra casa si en vez de esperar el bus en la calle lo hacemos en una sala de espera de un hospital. Todo ello resulta al menos inverosímil, porque a diferencia de la confianza que  soluciona problema específicos de riesgo, lo familiar es un hecho inevitable en nuestras vidas como aquello que hace sentido en el mundo de nuestras experiencias (Luhmann 2000). Son condiciones que conocemos en nuestra cotidianeidad y que damos por pre-establecidas.

Pero hoy en día en una sociedad compleja resulta poco probable que podamos vivir únicamente en un mundo meramente familiar. Las relaciones que involucran expectativas y vínculos interpersonales se hacen cada vez más improbables, ellas no resultan ser suficientes para poder invertir en aquella empresa riesgosa como lo es la confianza.  Como logro evolutivo de la sociedad moderna se requieren entonces de nuevos procesos y/o mecanismos cada vez más diferenciados e impersonales como los sistemas funcionalmente diferenciados. Así, como lo indica Niklas Luhmann (2000), la confianza interpersonal es sustituida por la confianza sistémica, es decir, confianza en los distintos sistemas sociales de la sociedad como lo sistemas interaccionales, organizacionales y funcionales. Vale decir, si la confianza en los sistemas interaccionales dependen de las expectaticas que se contruyen en la mutua percepción de las personas en tiempo real (Nassehi 2011), la confianza también opera cuando «se aprecia la diferenciación de las organizaciones desde el alero de los sistemas parciales como el político, económico, religioso, educacional o jurídico, cuando se re-especifican problemas funcionales como el poder, la escasez, la trascendencia, la selección o la legitimidad, hasta hacerlos operables por unidades especializadas de decisión» (Arnold 2012: 18) organizacional.

Para la perspectiva sistémica la confianza no es entonces por naturaleza el principio  de todas las cosas, como aquel motor inmóvil o causa primera producida por algún poder divino (Aristóteles 1996). Tampoco es  un concepto que cae bajo algún fundamento moral: no denota un imperativo normativo que opere como prerrequisito para las interacciones (Durkheim 1987 en Luhmann 2013). La pregunta por cómo es posible la confianza social no depende de un deber perfecto que indique en qué situaciones (y en cuáles no) se debe confiar o desconfiar (Luhmann 1996). No se coloca una certeza apriorística de la solidaridad moral como condición para una relación armoniosa en la sociedad.

Así, para la teoría de sistemas la confianza es un mecanismo de reducción de complejidad ante las decisiones riesgosas que tomamos cada día al participar de los distintos sistemas sociales. En la actual sociedad compleja la confianza implica riesgo siendo sólo posible comunicarla como decisión (Luhmann 199620062011; Javala 2006; Paulus 2006). Ella es la que nos puede garantizar cierta seguridad que oriente el aceptar  el riesgo de confiar en el otro, sabiendo que siempre podemos sufrir decepciones en las decisiones que tomamos, más en un futuro que no conocemos. Summa summarum, la confianza permite probabilizar que aquel futuro que no conocemos se haga presente y que éste último pueda durar a lo mejor para futuras decisiones.

3 comentarios

Dr. Felipe Lara-Rosano 07/16/2018 Contestar

Felicidades por esta disgresion sistémica sobre la confianza. Se la transmitiré a mis alumnos en el Seminario de Teorías Métodos y Modelos de la Complejidad Social que doy en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3)

Luis Fernando Claros Posada 03/07/2019 Contestar

Muy interesante el modo en que se plantea el desarrollo en base al constructo denominado Confianza, contribuye su exposición a los planteamientos que estamos desarrollando en la práctica con un curso de habilidades para la vida. Agradecido de usted.

Cesar 03/22/2019 Contestar

Muchas gracias Luis Fernando por interesarte en esta forma de conceptualizar a la confianza. Cualquier material o dudas que tengas acerca de este concepto desde la perspectiva sistémica o que te pueda servir para tu curso, no dudes en comunicarte conmigo.

Saludos cordiales,

César

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