Simplificación de lo social durante la pandemia del corona-virus

La pandemia del corona-virus expone a la sociedad mundial a una situación desconocida: ¿Qué pasa si todos sus sistemas funcionales siguen temporalmente un único imperativo?

Prof. Dr. Rudolf Stichweh

Forum Internationale Wissenschaft

Universidad de Bonn

Las y los sociólogos describen la sociedad por la forma de diferenciación que esta produce por sí misma. La diferenciación se refiere tanto a la distribución de los acontecimientos sociales como a quienes participan de ellos en sistemas parciales que conforman una sociedad. Todavía en el siglo XVIII y después, la vieja Europa entendía las clases o estratos como sus principales subsistemas. Estaban la nobleza, el clero, varios grupos citadinos y los campesinos. El orden social era el orden de estos grupos o estratos, donde la pertenencia era por lo general de por vida.

La sociedad moderna en la que vivimos desde hace 250 años se basa en un intercambio completo de dichos órdenes sociales. En lugar de los estamentos jerárquicamente ordenados, la sociedad los reemplaza por sistemas de comunicación temáticamente y funcionalmente orientados. Estos sistemas son sin excepción sistemas globales: la política, la economía, la religión, la ciencia, la educación, el derecho, el arte, el deporte, los medios de comunicación para las masas, el sistema de salud o enfermedad, así como el sistema de relaciones íntimas y familiares. Nadie hoy en día tiene la totalidad de su vida en sólo uno de estos sistemas funcionales. En lugar de pertenecer a ellos, se participa de ellos de manera selectiva. Las y los sociólogos llaman a esto inclusión. Las personas que participan selectivamente en los sistemas funcionales son individuos que se individualizan a través de la extrema diversidad de sus participaciones. El individuo existe fuera de estos sistemas funcionales, pues sólo está ligado a ellos en eventos únicos. Además del orden funcional en sí, el individuo es el otro invento revolucionario de la sociedad moderna.

En el contexto de crisis a causa del corona-virus es una pregunta sociológica clave, si se pone temporalmente en duda este orden social de la modernidad y el cómo se pone en duda, así como lo que podría significar para el desarrollo de la sociedad a largo plazo. En primer lugar, el evento elemental de la crisis, la infección de un organismo con el virus, es simultáneamente la infección y la enfermedad de un individuo. Dos preguntas surgen de esto: ¿Cómo se puede evitar que el individuo (potencialmente) infectado transmita la infección a otros individuos? La respuesta es la distancia social del individuo de otros individuos como la nueva forma de vida social en esta crisis. En segundo lugar: ¿Cómo se puede asegurar la supervivencia del individuo en caso de una enfermedad grave?

Es sorprendente que la segunda pregunta domine. Prescribimos una distancia social al individuo difícil de mantener, para que la tasa de reproducción de las infecciones se mantenga a un nivel que probabilice la supervivencia de la mayor cantidad de individuos. Es impresionante lo mucho que prevalece este último aspecto. Cada individuo cuenta. Cada muerte de un individuo es demasiada. La tremenda importancia del individuo en la sociedad moderna se muestra también en esta crisis, pues no hay otro punto de vista valórico que pueda competir con el valor de la supervivencia de la mayor cantidad de individuos. De esta manera, la configuración política y social de la crisis, aparentemente en todos los países, parece conservadora en relación a una de las estructuras decisionales fundamentales de la sociedad moderna.

Incluso más dramática es la ruptura temporal devenida de la crisis con la otra decisión estructural de la sociedad moderna. El origen de una diferenciación funcional mediante una interacción horizontal entre diversos sistemas comunicativos globales, entre los cuales no puede haber un orden de prioridades o distintas importancias sociales. Dicho orden no solamente es en principio un orden horizontal caracterizado por la importancia igualitaria de sus integrantes. Es al mismo tiempo uno extremadamente dinámico, en el cual cada sistema funcional es constantemente desafiado a través de los rápidos y sorprendentes desarrollos en otros sistemas funcionales. Ambas descripciones no son ciertas en la situación actual. Hay un orden peculiar de los sistemas funcionales que no tiene precedentes históricos.

Entre los sistemas funcionales de la sociedad, el sistema de la salud, que en estos días nuevamente se ha vuelto un sistema de la enfermedad, es un ‘recién llegado’. Todavía alrededor del 1900 no había un sistema de la salud, sino en el mejor de los casos clínicas y médicos aislados. En los Estados Unidos prevalecía aún en ese entonces un nihilismo terapéutico, el cual permitía a médicos juiciosos advertir a otros médicos sobre los posibles daños a causar. En una primera aproximación, la situación alemana en dicha época puede describirse mediante las dos novelas más famosas de esa época. En el Stechlin de Fontane publicado en 1899, se observa al personaje principal y autorretrato del autor – Dubslav, romper poco antes de su muerte el contacto con los médicos pues están vinculados a ideas que rechaza con vehemencia: socialdemocracia y protestantismo antiliberal. Pero los médicos son también evidentemente inútiles, hablan vaguedades y prescriben opacos remedios generales como las “gotas verdes”. En Los Buddenbrook de Thomas Mann publicado en 1901, son los médicos banales actores secundarios. Se receta “un poco de pichón, un poco de pan francés…“ en un dramático teatro de muerte; una forzada experiencia para los familiares, de la cual no pueden escapar. Al mismo tiempo, es la participación en la muerte de otros una estricta escuela de la ‘condición humana’.

Sólo 120 años después en el contexto de la corona-crisis se ha vuelto el sistema de la enfermedad por primera vez en su historia la totalidad de la sociedad. Dicho de otra manera, se ha posicionado en su forma más extrema como institución total. Como medicina intensiva que trata al individuo en la totalidad de la vida, teniéndolo en una posición de la mayor importancia. La sociedad más allá del sistema de enfermedades con todas sus actividades se resume bajo la curiosa fórmula ‘aplanar la curva’. En primera instancia, esto implica que se debe adaptar la dinámica de la infección de la sociedad, como consecuencia para todo el hacer social, a la capacidad de procesamiento del sistema de la enfermedad, en especial de la medicina intensiva.

¿Qué sucede con los demás sistemas funcionales de la sociedad? Es obvio que hay otros dos roles principales disponibles. El primero recae en el sistema político de la sociedad, el cual tiene la exclusiva capacidad de producción de decisiones colectivamente vinculantes. En esta situación son necesarias normativas de comportamiento generales que sólo pueden ser brindadas por este sistema. Porque el tiempo es escaso, se ha privilegiado el Estado Territorial y Nacional como plano decisional, en el cual la toma de decisiones colectivamente vinculantes se ha establecido de forma más larga y fiable.

Pero esto no cambia el hecho de que todos los Estados Nacionales y Territoriales tomen aproximadamente las mismas decisiones. Hay dos razones para esto. Las y los responsables políticos no toman sus decisiones a partir de su propia base de conocimientos. Dependen de consultores que proporcionan las reservas de conocimientos del sistema de enfermedades y del sistema científico. Estas reservas de conocimientos tienen en este caso una importancia aún mayor de la habitual: los políticos involucrados en este ámbito de decisiones no pueden recurrir a decisiones pasadas comparables. El sistema político, pues, no posee para estos casos su propia tradición de decisiones. Pero, los actores del sistema político que recurren a los asesores, entre ellos virólogos, epidemiólogos, etc., no se apoyan en una base nacional de conocimientos, sino en la dinámica de conocimientos de las comunidades científicas mundiales. De esta manera, los consejos que pueden dar están inevitablemente determinados por los conocimientos de la investigación mundial.

Los políticos tienden además a copiar las decisiones de políticos de otras naciones. En todas las decisiones del sistema político, sin embargo, hay que destacar un momento: se trata aquí de un sistema político radicalmente simplificado, que conoce una extremadamente exagerada jerarquía de temas de decisión. Una jerarquía que sobre la que no cree poder decidir por sí mismo, razón por la cual no la dejaría a disposición del discurso democrático. Esta jerarquía está dictada acorde al imperativo de no sobrecargar el sistema de la enfermedad. Este imperativo, a su vez, se impone por la importancia fundamental del trato igualitario y el apoyo a la vida del individuo. Es un imperativo en cuya realización puede fracasar la política, pero del que no puede deshacerse.

El tercer rol principal aún disponible en la corona-crisis recae en el sistema científico. Este también ha sido extremadamente simplificado por la crisis. Una gran parte de las operaciones del sistema científico ya no tienen lugar, o sólo de forma privada, en la medida en que la ciencia puede llevarse a cabo en modo ‘Homeoffice’ sin bibliotecas ni laboratorios. Pero al mismo tiempo se dirigen esperanzas y expectativas hacia la investigación científica sobre el virus y la epidemia, la búsqueda de vacunas y medicamentos, en un alcance que no se asocia con ninguna otra práctica de la sociedad moderna. También en este aspecto, la política participa nuevamente como tomadora de decisiones mediante contratos de investigación y financiación. Pero nuevamente toma decisiones, que, para la perspectiva de la propia política, parecen estar determinadas en gran medida por limitaciones externas.

Es esta tríada de referencias funcionales extremadamente unidas la que durante semanas ha determinado casi por completo nuestro estilo de vida y nuestro comportamiento informativo. Nunca antes nuestra vida fue tan simple y nunca más, cuando las pocas semanas, de las cuales se puede tratar aquí, terminen, será tan simple. La metáfora de la guerra en la que nos encontraríamos no parece muy apropiada, porque es más probable que la guerra aumente el uso de todas las referencias del sistema funcional, mientras que optamos por el lado opuesto en esta crisis: una gran parte de la vida social está cerrada.

¿Qué significa esto y qué sucede en los otros sistemas funcionales? En primer lugar, tiene sentido incluir otro sistema funcional, los medios de comunicación, en la lista de sistemas funcionales ‘relevantes para el sistema’. Hay que informar sobre las normas de conducta y el éxito de las acciones ya iniciadas, así como el progreso de la crisis en todos los lugares y aspectos. Esta tarea recae en los medios de comunicación y en realidad sólo en ellos. Son los medios de comunicación los que hacen de la crisis el acontecimiento mundial más concentrado, siendo el terremoto de Lisboa de 1755 la primera vez que las comunicaciones mundiales se centraron básicamente en un solo acontecimiento. Los medios de comunicación asumen esta tarea con la exclusividad funcional, que se puede observar de igual manera en los demás s sistemas funcionales. La condición de posibilidad de la crisis como un acontecimiento mundial se encuentra en la digitalización de los medios de masa.

Quinto, está la economía. Ella también es parcialmente ‘sistémicamente relevante’ porque produce máscaras protectoras, respiradores y otros equipos médicos, suministrando además alimentos a los individuos de la sociedad mundial. Pero lo que es mucho más sorprendente es que la economía está predominantemente descontinuada, como quizás nunca antes en la historia de la humanidad. En lugar de la incesante reproducción de la economía a través de pagos motivados por el sistema económico y que tienen lugar en él, se está produciendo la reproducción de la solvencia de los implicados en la economía a partir del erario público. Los órdenes de magnitud son inimaginables, la discontinuidad después de sólo unas pocas semanas es inconfundible.

Las actividades educativas se detienen o, como no se ha visto en siglos, vuelven a la competencia exclusiva de las familias. Las guarderías y las escuelas están cerradas, las universidades también. Aún así están planeando las universidades, lo que guarderías y escuelas no pueden: un futuro cercano de transición a una enseñanza totalmente digitalizada. Es obvio que esta nueva situación está incluso generando algo de entusiasmo en las universidades. Se está preparando un gran experimento social, cuyo resultado es intrigante.

El deporte podría resultar como el sistema funcional más completamente inmovilizado. Es cierto que se integra el trote individual en las prácticas todavía permitidas en condiciones de prohibición de contacto y en este sentido también se acepta como ‘sistémicamente relevante’. Pero todo el deporte de competición y todo el entrenamiento no individual para el deporte de competición se detiene al cien por cien en todo el mundo. El sistema deportivo es un sistema corporal. Las prácticas corporales son altamente susceptibles de infección. Dependen de la presencia y, en principio, no pueden ser sustituidas digitalmente. La experiencia nos enseñará en estos días que el deporte electrónico (Esports) no es un deporte, sino un sistema de un tipo completamente diferente. Al mismo tiempo, los medios de comunicación están logrando una hazaña impresionante. Normalmente, dependen en gran medida de la cobertura de los eventos deportivos. Incluso después de varias semanas de la corona-crisis, los periódicos siguen produciendo dos o tres páginas de ‘deporte’ todos los días. Una cobertura que en realidad sólo informa sobre la no ocurrencia de eventos.

El sistema de arte, en la medida en que depende de las ‘performances’ y la presencia en el museo, también está en gran medida suspendido. En varios casos existen alternativas digitales o una complementariedad de rendimiento y distribución digital. Sin embargo, lo que puede ser decisivo para el arte es que se produzca en habitaciones privadas, estudios y talleres, mucho más que en el caso de la ciencia, por ejemplo. En este caso, es evidente el retroceso al proceso de producción real, que está protegido de la crisis. Los resultados podrán ser vistos en un futuro próximo.

El sistema de la religión podría ser el verdadero perdedor de la corona-crisis. La estrecha concertación social de los creyentes, apoyada por la presencia física de todos los implicados, característica de muchas formas de religiosidad, ha demostrado ya en varios casos ser un foco de crisis particularmente virulento. Aún más significativo, sería que aparentemente en ninguna parte se dispone de interpretaciones religiosas de la crisis desencadenada por el virus que desempeñen un papel relevante. En la medida en que nuestra reacción a la corona-crisis está determinada por el específicamente moderno ‘culto a la individualidad’. Una cuasi religiosidad contra la cual la religiosidad tradicional, orientada a la trascendencia, difícilmente puede luchar. Esta última, no puede ya jugar el juego de interpretar los eventos como castigo por las malas acciones. Este recurso tradicional de significado, ya fue utilizado en el mencionado terremoto de Lisboa y tuvo profundos costos para las órdenes jesuitas.

Sin embargo, el cuadro de la sociedad que hemos esbozado tentativamente en sólo unos pocos trazos, ilustra lo extraordinario y el riesgo de la experimentación social. La sociedad no permanecerá en silencio por mucho tiempo. Cuando los sistemas funcionales vuelvan a su dinámica, no se tratará sólo de un reinicio de algo que, como una máquina apagada temporalmente, reanuda sus operaciones normales. También es siempre un nuevo comienzo: ¿Sigue siendo relevante el problema científico previo a la crisis? ¿Se aplican a los acuerdos comerciales las mismas premisas de antes? ¿Se puede esperar la misma fascinación temática por las películas de hace unas semanas? Todo podría ser también diferente, y eso es un riesgo y una oportunidad para todos los involucrados. Tal nuevo comienzo de todos los sistemas funcionales no se ha visto nunca antes en la historia de la modernidad, con la posible excepción de las dos guerras mundiales. Habrá rupturas estructurales, pero no sabemos cuáles.

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Citación ISO 690:

  • Stichweh, R. Simplificación de lo social durante la pandemia del corona-virus. Sistemas Sociales [en línea]. 2020 [Fecha de Consulta]. Disponible en https://sistemassociales.com/simplificacion-de-lo-social-durante-la-pandemia-del-corona-virus/

Citación APA:

  • Stichweh, R (2020). Simplificación de lo social durante la pandemia del corona-virus. Sistemas Sociales. Recuperado desde https://sistemassociales.com/simplificacion-de-lo-social-durante-la-pandemia-del-corona-virus/

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Traducción de Gilberto Guerra Pedrosa y Felipe E. Ranke. Revisión de Karen Ranke. Fuente: Stichweh, R. (07-04-2020). An diesem Imperativ kann die Politik scheitern. Frankfurter Allgemeine Zeitung, p. 9.

5 comentarios

Alejandra 04/12/2020 Contestar

Me parece simplificado el análisis acorde al título. Si bien cae la sociedad estamental, se levanta la sociedad divida en clases a la cabeza la burguesía vs proletarios y nuevos proletarios como aquellos profesionales que venden su fuerza de trabajo para poder vivir, este análisis no lo recuerda. Por otro lado casi siempre surge una élite que debe llevar adelante las necesidades del grupo en este caso un país, que ya tiene elegidos sus líderes a los cuales cede el poder. En cuanto a la religión, ahora hay misas por tv, por facebook y otras redes sociales, y la pandemia como factor de riesgo a la vida, hace que los religiosos abracen con más fuerza su religión, ya que la pandemia excede sus conocimientos y vulnera la vida humana, que mejor que encomendarse a Dios en oraciones y cadena de diferentes símbolos religiosos como se puede observar por laa redes sociales. La religión no está en retaguardia, sino en guardia para calmar las necesidades materiales y espirituales. Por otro lado la democracia hace rato está en falta como dirá Norberto Bobbio las falsas promesas de la democracia al dejar que el mercado inficione el campo político, pero las consecuencias del corona virus es que mucha gente ante esta pandemia necesita lideres fuertes para salvar la mayor cantidad de vidas, tremendo dilema en la era del paradigma neoliberal conservador, entonces por un lado tendrás lideres que nieguen el peligro y que digan acá no pasa nada, esto es una gripeciña, y por otro lado tendrás lideres que digan acá se para casi todo, desde una decisión interdiciplinaria científicos, políticos, medios de comunicación. Las robinsonadas individuales sólo existen en la imaginación, siempre hay una élite trabajando a la luz o a la sombra de la sociedad sistémica tensionada.

Francisco Romero 05/07/2020 Contestar

El análisis más pertinente y revelador que he leído hasta ahora sobre la crisis del coronavirus. Agradezco al equipo de traductores y editores de Sistemas Sociales por compartirlo.

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