Un sistema inmunológico social para pandemias por Rudolf Stichweh

Todo el mundo sabe que las mismas restricciones no se pueden imponer por segunda vez

Prof. Dr. Rudolf Stichweh

Foro de la Ciencia Internacional

Universidad de Bonn

En los primeros días de abril de 2020 escribí un ensayo titulado “Simplificación de lo social”. Dos meses han transcurrido desde entonces. Aún persiste la incertidumbre sobre la duración de la pandemia del coronavirus, sus consecuencias, así como sobre los daños en el mediano y largo plazo. Muchas restricciones a la vida social han sido levantadas, pero el miedo silencioso a una nueva ola masiva de infecciones es grande: todo el mundo sabe que las mismas restricciones no se pueden imponer por segunda vez. No será posible establecer nuevamente ese impresionante consenso basado en valores [Wertkonsens]. De manera que, si las infecciones vuelven, sólo quedará el recurso a medidas locales tajantes y, de ser necesario, brutales, sin la posibilidad de imponer restricciones generales a nivel nacional una segunda vez.

Presumiblemente, la visión más importante que nos deja la crisis es que las pandemias no son acontecimientos improbables que tuvieron lugar en siglos pasados. La probabilidad de infecciones virales, bacterianas de rápida propagación y de pandemias siempre nos acompañará (Barry 2018), y los mecanismos sociales de prevención e intervención deben ser capaces de hacer frente a la dinámica evolutiva de virus y bacterias. Los seres humanos individuales disponen, como organismos, de un sistema inmunológico relativamente eficaz que desarrolla rápidamente defensas inmunitarias. Sin embargo, no contamos en la mayoría de las regiones de la sociedad mundial con un sistema inmunológico social para la defensa contra pandemias equiparable en materia de eficacia y capacidad de aprendizaje. Esta es presumiblemente la lección más importante que nos enseña la pandemia del coronavirus, y debería determinar los ajustes estratégicos de las instituciones sociales de la sociedad mundial contemporánea.

Si se piensa en esto desde la perspectiva de la diferenciación funcional de la sociedad mundial, perspectiva asumida en este ensayo, un diagnóstico se impone como evidente. La diferenciación funcional de la sociedad mundial no ha sido cuestionada en absoluto, ningún sistema funcional desaparecerá ni tampoco aparecerá ningún sistema funcional nuevo. No en este caso y no por este motivo. El sistema inmunológico social, cuya necesidad [Erförderlichkeit] no puede ser ahora soslayada, no se anclará en un sistema funcional de la sociedad mundial, más bien deberá dirigirse hacia el montaje [Einbau] de instituciones relevantes en todos los sistemas funcionales y hasta cierto punto en todas las prácticas cotidianas de la sociedad moderna. De esta manera tiene lugar algo que, también en otros aspectos, es característico de la evolución de la diferenciación funcional en la historia de la sociedad moderna. De las crisis y de los problemas globales surgen complejos institucionales que, de manera transversal a la estructura de la diferenciación funcional de un sistema funcional determinado, representan el esquema de relevancias de otro sistema (Ahlers et. al. 2020). Las instituciones particulares continúan obedeciendo la lógica del sistema funcional en el que se alojan inicialmente –toman decisiones colectivas vinculantes, aseguran en el presente la satisfacción de necesidades futuras, dotan a la sociedad de convicciones ciertas– pero al mismo tiempo representan los problemas de otro sistema funcional y aseguran su notoriedad global más allá de los límites del sistema funcional. Para que estas instituciones tengan éxito, deben fungir [fungieren] como el sistema inmunológico del organismo. Deben disponer de estrategias de reacción en alto grado generalizadas y, una vez activadas con ocasión de una dinámica de infección incipiente, deben tener una rápida capacidad de aprendizaje y adaptación a los efectos de enfrentar la dinámica evolutiva de los patógenos. La robustez y la flexibilidad evolutiva deben combinarse.

Las instituciones que participan de la construcción de este sistema inmunológico social para pandemias son diversas y multifuncionales, vinculándose a menudo con problemas sociales diversos. En ello radica el atractivo y la oportunidad del caso. Esto crea un motivo extra y una fuerza impulsora de ocasión para solucionar problemas que ciertamente podrían haber sido resueltos mucho tiempo atrás. Las últimas semanas ofrecen mucho material al respecto. Se trata de la configuración de mercados en los que algo físicamente presente, de pronto vivo, se comercia en presencia de compradores. Por tanto, se trata también de animales y del interrogante por el tipo de trato que podemos permitirnos con ellos y lo que para nosotros representa. También se trata de la regulación integral de las condiciones de trabajo, de las condiciones de vivienda, del ingreso estándar de los trabajadores estacionales y contratados por día o tarea, y –mutatis mutandis– de los refugiados. De igual manera, de todos aquellos grupos encuadrables dentro del concepto sociológico básico de ‘exclusión incluyente’ (Stichweh 2009:29-42) y las implicancias sanitarias enormes que éstos tienen para comenzar por algún lado en las cuestiones de la política social. También puede tratarse de la configuración del transporte público y de la proximidad física que se considera aceptable para las personas incluso en ‘condiciones normales’. Y para todo esto y para muchas otras cosas más, se necesita un Estado robusto que no rehúya las intervenciones, pero que cuente por su parte con mecanismos integrales de control interno para asegurar que sólo persigue los intereses de todas y todos y que ningún ‘interés especial’ lo obligue. Por lo pronto, no veo ninguna razón para que este Estado robusto no deba ser un Estado democrático.

La construcción de este sistema inmunológico social para pandemias será la tarea principal de los próximos meses y años, y esto es por completo independiente de, y probablemente mucho más importante que, la cuestión de si dispondremos de vacunas y terapias específicas contra la actual pandemia de coronavirus, y cuándo las tendremos. Para las y los científicos sociales, la observación y el acompañamiento, así como también eventualmente la configuración de la génesis de este sistema inmunológico social constituye la más interesante e importante tarea del presente.

En los primeros días de abril de 2020 escribí un ensayo titulado “Simplificación de lo social”. Dos meses han transcurrido desde entonces. Aún persiste la incertidumbre sobre la duración de la pandemia del coronavirus, sus consecuencias, así como sobre los daños en el mediano y largo plazo. Muchas restricciones a la vida social han sido levantadas, pero el miedo silencioso a una nueva ola masiva de infecciones es grande: todo el mundo sabe que las mismas restricciones no se pueden imponer por segunda vez. No será posible establecer nuevamente ese impresionante consenso basado en valores [Wertkonsens]. De manera que, si las infecciones vuelven, sólo quedará el recurso a medidas locales tajantes y, de ser necesario, brutales, sin la posibilidad de imponer restricciones generales a nivel nacional una segunda vez.

Presumiblemente, la visión más importante que nos deja la crisis es que las pandemias no son acontecimientos improbables que tuvieron lugar en siglos pasados. La probabilidad de infecciones virales, bacterianas de rápida propagación y de pandemias siempre nos acompañará (Barry 2018), y los mecanismos sociales de prevención e intervención deben ser capaces de hacer frente a la dinámica evolutiva de virus y bacterias. Los seres humanos individuales disponen, como organismos, de un sistema inmunológico relativamente eficaz que desarrolla rápidamente defensas inmunitarias. Sin embargo, no contamos en la mayoría de las regiones de la sociedad mundial con un sistema inmunológico social para la defensa contra pandemias equiparable en materia de eficacia y capacidad de aprendizaje. Esta es presumiblemente la lección más importante que nos enseña la pandemia del coronavirus, y debería determinar los ajustes estratégicos de las instituciones sociales de la sociedad mundial contemporánea.

Si se piensa en esto desde la perspectiva de la diferenciación funcional de la sociedad mundial, perspectiva asumida en este ensayo, un diagnóstico se impone como evidente. La diferenciación funcional de la sociedad mundial no ha sido cuestionada en absoluto, ningún sistema funcional desaparecerá ni tampoco aparecerá ningún sistema funcional nuevo. No en este caso y no por este motivo. El sistema inmunológico social, cuya necesidad [Erförderlichkeit] no puede ser ahora soslayada, no se anclará en un sistema funcional de la sociedad mundial, más bien deberá dirigirse hacia el montaje [Einbau] de instituciones relevantes en todos los sistemas funcionales y hasta cierto punto en todas las prácticas cotidianas de la sociedad moderna. De esta manera tiene lugar algo que, también en otros aspectos, es característico de la evolución de la diferenciación funcional en la historia de la sociedad moderna. De las crisis y de los problemas globales surgen complejos institucionales que, de manera transversal a la estructura de la diferenciación funcional de un sistema funcional determinado, representan el esquema de relevancias de otro sistema (Ahlers et. al. 2020). Las instituciones particulares continúan obedeciendo la lógica del sistema funcional en el que se alojan inicialmente –toman decisiones colectivas vinculantes, aseguran en el presente la satisfacción de necesidades futuras, dotan a la sociedad de convicciones ciertas– pero al mismo tiempo representan los problemas de otro sistema funcional y aseguran su notoriedad global más allá de los límites del sistema funcional. Para que estas instituciones tengan éxito, deben fungir [fungieren] como el sistema inmunológico del organismo. Deben disponer de estrategias de reacción en alto grado generalizadas y, una vez activadas con ocasión de una dinámica de infección incipiente, deben tener una rápida capacidad de aprendizaje y adaptación a los efectos de enfrentar la dinámica evolutiva de los patógenos. La robustez y la flexibilidad evolutiva deben combinarse.

Las instituciones que participan de la construcción de este sistema inmunológico social para pandemias son diversas y multifuncionales, vinculándose a menudo con problemas sociales diversos. En ello radica el atractivo y la oportunidad del caso. Esto crea un motivo extra y una fuerza impulsora de ocasión para solucionar problemas que ciertamente podrían haber sido resueltos mucho tiempo atrás. Las últimas semanas ofrecen mucho material al respecto. Se trata de la configuración de mercados en los que algo físicamente presente, de pronto vivo, se comercia en presencia de compradores. Por tanto, se trata también de animales y del interrogante por el tipo de trato que podemos permitirnos con ellos y lo que para nosotros representa. También se trata de la regulación integral de las condiciones de trabajo, de las condiciones de vivienda, del ingreso estándar de los trabajadores estacionales y contratados por día o tarea, y –mutatis mutandis– de los refugiados. De igual manera, de todos aquellos grupos encuadrables dentro del concepto sociológico básico de ‘exclusión incluyente’ (Stichweh 2009:29-42) y las implicancias sanitarias enormes que éstos tienen para comenzar por algún lado en las cuestiones de la política social. También puede tratarse de la configuración del transporte público y de la proximidad física que se considera aceptable para las personas incluso en ‘condiciones normales’. Y para todo esto y para muchas otras cosas más, se necesita un Estado robusto que no rehúya las intervenciones, pero que cuente por su parte con mecanismos integrales de control interno para asegurar que sólo persigue los intereses de todas y todos y que ningún ‘interés especial’ lo obligue. Por lo pronto, no veo ninguna razón para que este Estado robusto no deba ser un Estado democrático.

La construcción de este sistema inmunológico social para pandemias será la tarea principal de los próximos meses y años, y esto es por completo independiente de, y probablemente mucho más importante que, la cuestión de si dispondremos de vacunas y terapias específicas contra la actual pandemia de coronavirus, y cuándo las tendremos. Para las y los científicos sociales, la observación y el acompañamiento, así como también eventualmente la configuración de la génesis de este sistema inmunológico social constituye la más interesante e importante tarea del presente.

En los primeros días de abril de 2020 escribí un ensayo titulado “Simplificación de lo social”. Dos meses han transcurrido desde entonces. Aún persiste la incertidumbre sobre la duración de la pandemia del coronavirus, sus consecuencias, así como sobre los daños en el mediano y largo plazo. Muchas restricciones a la vida social han sido levantadas, pero el miedo silencioso a una nueva ola masiva de infecciones es grande: todo el mundo sabe que las mismas restricciones no se pueden imponer por segunda vez. No será posible establecer nuevamente ese impresionante consenso basado en valores [Wertkonsens]. De manera que, si las infecciones vuelven, sólo quedará el recurso a medidas locales tajantes y, de ser necesario, brutales, sin la posibilidad de imponer restricciones generales a nivel nacional una segunda vez.

Presumiblemente, la visión más importante que nos deja la crisis es que las pandemias no son acontecimientos improbables que tuvieron lugar en siglos pasados. La probabilidad de infecciones virales, bacterianas de rápida propagación y de pandemias siempre nos acompañará (Barry 2018), y los mecanismos sociales de prevención e intervención deben ser capaces de hacer frente a la dinámica evolutiva de virus y bacterias. Los seres humanos individuales disponen, como organismos, de un sistema inmunológico relativamente eficaz que desarrolla rápidamente defensas inmunitarias. Sin embargo, no contamos en la mayoría de las regiones de la sociedad mundial con un sistema inmunológico social para la defensa contra pandemias equiparable en materia de eficacia y capacidad de aprendizaje. Esta es presumiblemente la lección más importante que nos enseña la pandemia del coronavirus, y debería determinar los ajustes estratégicos de las instituciones sociales de la sociedad mundial contemporánea.

Si se piensa en esto desde la perspectiva de la diferenciación funcional de la sociedad mundial, perspectiva asumida en este ensayo, un diagnóstico se impone como evidente. La diferenciación funcional de la sociedad mundial no ha sido cuestionada en absoluto, ningún sistema funcional desaparecerá ni tampoco aparecerá ningún sistema funcional nuevo. No en este caso y no por este motivo. El sistema inmunológico social, cuya necesidad [Erförderlichkeit] no puede ser ahora soslayada, no se anclará en un sistema funcional de la sociedad mundial, más bien deberá dirigirse hacia el montaje [Einbau] de instituciones relevantes en todos los sistemas funcionales y hasta cierto punto en todas las prácticas cotidianas de la sociedad moderna. De esta manera tiene lugar algo que, también en otros aspectos, es característico de la evolución de la diferenciación funcional en la historia de la sociedad moderna. De las crisis y de los problemas globales surgen complejos institucionales que, de manera transversal a la estructura de la diferenciación funcional de un sistema funcional determinado, representan el esquema de relevancias de otro sistema (Ahlers et. al. 2020). Las instituciones particulares continúan obedeciendo la lógica del sistema funcional en el que se alojan inicialmente –toman decisiones colectivas vinculantes, aseguran en el presente la satisfacción de necesidades futuras, dotan a la sociedad de convicciones ciertas– pero al mismo tiempo representan los problemas de otro sistema funcional y aseguran su notoriedad global más allá de los límites del sistema funcional. Para que estas instituciones tengan éxito, deben fungir [fungieren] como el sistema inmunológico del organismo. Deben disponer de estrategias de reacción en alto grado generalizadas y, una vez activadas con ocasión de una dinámica de infección incipiente, deben tener una rápida capacidad de aprendizaje y adaptación a los efectos de enfrentar la dinámica evolutiva de los patógenos. La robustez y la flexibilidad evolutiva deben combinarse. La construcción de este sistema inmunológico social para pandemias será la tarea principal de los próximos meses y años, y esto es por completo independiente de, y probablemente mucho más importante que, la cuestión de si dispondremos de vacunas y terapias específicas contra la actual pandemia de coronavirus, y cuándo las tendremos. Para las y los científicos sociales, la observación y el acompañamiento, así como también eventualmente la configuración de la génesis de este sistema inmunológico social constituye la más interesante e importante tarea del presente.

Citación ISO 690:

  • Stichweh, R. (2020). Un sistema inmunológico social para pandemias. Sistemas Sociales [en línea] 2020. [Fecha de Consulta]. Disponible en https://sistemassociales.com/un-sistema-inmunologico-social-para-pandemias

Citación APA:

  • Stichweh, R. (2020). Un sistema inmunológico social para pandemias. Sistemas Sociales. Recuperado desde https://sistemassociales.com/un-sistema-inmunologico-social-para-pandemias

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Traducción de Sergio Pignuoli. Revisión y edición por Felipe E. Ranke. Fuente: Stichweh, R. (2020). Ein soziales Immunsystem für Pandemien. Inédito.

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