Complejidad y sus otros tantos nombres: innovación y arreglos colaborativos

Guilherme S. N. Bueno Brandão. Dr. (c) en Sociología (UFRGS).

Mg. Análisis Sistémico Aplicado a la Sociedad (U. de Chile).

Analista en Ciencia y Tecnología en el Núcleo de Innovación Tecnológica del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (NIT/INPE)

Un día un autor escribió un libro que se oponía a la posibilidad de observar a la innovación al alero del pensamiento/paradigma sistémico. Además, afirmó que el pensamiento/paradigma sistémico no se sostenía. A pesar de este argumento, los artículos más citados en ISI WOS acerca del tema innovación están cargados de términos como complejidad, no-linealidad, sinergia, tratando así a la innovación, epistemológicamente, como un proceso sistémico, complejo y no-lineal. En tal sentido podemos constatar que desde los datos cientométricos extraídos de la base de datos mencionada, la innovación, hoy día, es un objeto sistémico. Pareciera que el autor podría reobservar el tema… En el centro de esa discusión están los conceptos de complejidad, innovación, además de la multi, inter y transdisciplinariedad

Se puede decir que existe una relación profunda entre la complejidad y la multi, inter y transdisciplinariedad. La complejidad, en ese contexto, puede ser observada, como la unidad en la multiplicidad, o sea, como interrelaciones no-lineales entre distintos elementos en un sistema o distintos sistemas, admitiendo, específicamente, disciplinas como ejemplo de sistema. Considerando las divergencias en las definiciones de multi, inter y trandisciplinariedad, utilizaré en este texto el término arreglos colaborativos para apuntarlas en conjunto.

Por su parte, la complejidad puede ser entendida como el desgaste de la estructura clásica de la ciencia existente, principalmente por los desarrollos que se han producido a partir de su propia operacionalidad. Es decir, el desarrollo de la ciencia, al responder a las preguntas planteadas por ella misma, conllevó al desborde de los límites disciplinarios. Esto es posible de observar en la Física a finales del siglo XIX, donde sus límites clásicos se fueron poco a poco resquebrajando. Así, ante los desafíos relacionados con el calor (termodinámica), la física debió yuxtaponerse a la Química. En tal sentido, este movimiento se produjo, precisamente, por el abordaje de cuestiones similares entre las diversas ramas de la ciencia, las cuales trascendían las fronteras de una única disciplina de manera cada vez más rápida. Otro ejemplo deviene del concepto de emergencia creado a principios del siglo XX por la Teoría General de Sistemas. Este último, buscaba dilucidar la manera en que un sistema lograba generar un nuevo patrón operacional desde la interrelación de sus elementos. Idea utilizada años más tarde para conceptualizar la transdisciplinariedad. Hoy existen novedosas combinaciones vistas como transdisciplinarias, prueba de ello son la Nanotecnología, la Biotecnologia, la Genómica o la Bioinformática.

La transdisciplinariedad hoy tiene más fuerza al alero de bases de otro `nombre´, concretizadas en el trabajo del MIT llamado “Convergencia” (Convergence) (MIT, 2011; NRC, 2014). Tema, por cierto, también discutido en por la Unión Europea (Science Europe, 2014) .

El esfuerzo hecho en el contexto de la Convergencia tiene hincapié en la literatura producida por los gobiernos de la Unión Europea, Estados Unidos, entre otros, los cuales plantean que la innovación emerge a partir de la investigación producida en las fronteras de distintas disciplinas, vale decir, investigaciones realizadas a partir de arreglos colaborativos.

Basado en el trabajo de muchos gobiernos, los arreglos colaborativos se relacionan directamente con la innovación, ya que se presenta como una operación transversal relacionada con y producida en la frontera de la educación, la ciencia, la economía, el derecho y la política. De esta manera, no sólo se genera valor económico o social, sino que se unen arreglos colaborativos y complejidad.

Si bien los artículos sobre el fenómeno de la complejidad han disminuido, los arreglos colaborativos pueden ser entendidos como un «producto» de ella. Vale decir, los artículos que tienen como foco central los arreglos colaborativos han aumentado, teniendo como trasfondo investigaciones acerca de la multi, inter y transdisciplinariedad.

Los arreglos colaborativos, en su fuerte relación con la innovación, cambian la forma a partir de la cual los gobiernos fomentan, acompañan, evalúan y miden los procesos y operaciones que componen el flujo de conocimiento potencialmente innovativo. Es decir, el flujo que genera condiciones de posibilidad para la innovación implica un proceso de cambio en la forma en que los gobiernos piensan los límites sistémicos y organizacionales de la innovación. El mencionado proyecto Convergencia, precisamente,  está definido como la fusión de diferentes tecnologías, disciplinas o dispositivos en un campo unificado que crea una serie de nuevos caminos y oportunidades. Tal comprensión también interfiere con la manera en que diferentes sistemas se relacionan entre sí a lo largo del proceso. Por otra parte, Convergencia tiene que ver con la interrelación entre diferentes disciplinas -en particular con la ingeniería, las ciencias físicas y ciencias de la vida- a través de la colaboración entre grupos de investigación y la integración de enfoques disciplinarios originalmente distintos y potencialmente contradictorios. Por ello, el MIT define a este proyecto como un modelo/mapa (blueprint) para la innovación (MIT, 2011).

El desarrollo de los estudios en el marco de Convergencia produjo otro informe, bastante reciente, publicado en Mayo de 2014 (NRC, 2014). En él, los científicos argumentan que su trabajo busca generar un enfoque para solucionar problemas que trascienden las fronteras disciplinarias, sosteniendo que «muchas de las características de la convergencia son similares o incluso idénticos a los rasgos definitivos de la transdisciplinaridad» (NRC, 2014:31). Paralelamente, en Europa la problemática fue abordada a finales del año 2014, pero a diferencia de sus pares norteamericanos, los europeos pusieron énfasis en el concepto de interdisciplinariedad. A pesar de las diferencias conceptuales entre norteamericanos y europeos, las que podrían ser subsanadas con la idea de arreglos colaborativos,  ambos apuntan a la centralidad de la innovación y la necesidad de un trabajo conjunto más allá de las fronteras disciplinares. Consecuentemente, tanto científicos como burócratas de estas naciones han comenzado a repensar la manera en que los gobiernos dibujan y operacionalizan políticas públicas para la ciencia, la tecnología y la innovación.

Al día de hoy, la Unión Europea por medio de Science Europe [1] se ha dedicado a la construcción de dinámicas que involucren innovación en la generación de nuevos productos y servicios para las empresas, gobiernos o actores de la sociedad, anhelando siempre brindar un puente entre estos agentes y el conocimiento científico devenido de investigaciones. La preocupación por fomentar estos acoplamientos, ha llevado al Comité de Ingeniería de Science Europe (2015) a recomendar la unión entre investigadores y empresas, para así generar comunidades de innovación que puedan emprender desafíos de carácter social. Además, este tipo de modelos se ha pensado más allá de las instituciones, no denotando tampoco una estructura, duración o tamaños obligatorios. Sin embargo, el Comité ha subrayado la necesidad de participación coordinada de todos los actores políticos, burocráticos y económicos. Lo anterior, reflejaría la necesidad de las instituciones dedicadas a la política científica de conceptos sistémicos que puedan enfrentarse a la complejidad de estos desafíos.

Es interesante constatar que los procesos de innovación y arreglos colaborativos pueden verse a la luz de conceptos como sinergia, operación y coordinación sistémica. Esto pues, se piensa en “cómo emerge lo que emerge”, es decir, cómo las interrelaciones sistémicas observadas, se coordinan/descoordinan, produciendo lo que los observadores observan y denominan arreglos colaborativos o innovación. Así, se puede suponer que ellos son dos ejemplos distintos referidos a la complejidad. O sea, los arreglos colaborativos y la innovación son nombres distintos “de” y “para” la complejidad. No son más que selecciones de selecciones, interrelaciones no lineales que generan condiciones de posibilidad para la emergencia de algo: arreglos colaborativos/innovación que se producen como se producen y operan como operan…

Paradojalmente la pérdida de interés en el concepto de complejidad le de más fuerza a la palabra. Dinámicas como la innovación y los arreglos colaborativos podrían ser observadas como complejidad en operación. De hecho, complejidad es un multiconcepto dinámico, siendo también una operación que probabiliza la emergencia de la unidad autónoma a partir de una multiplicidad de elementos.

Si volvemos al argumento citado al principio, podríamos indicar que el autor pareciera no tener razón. La respuesta a sus planteamientos es más larga e incluye la producción de políticas públicas sistémicas, concretas, eficaces y la producción de cambios estructurales importantes que infelizmente para el autor, son construidos hoy al alero del paradigma sistémico. O sea, “enfrentar los desafíos sociales y hacer descubrimientos importantes no es un proceso lineal, y por lo tanto lo que se necesita para la ciencia y la innovación es apoyarlas como un sistema holístico” (Horizon 2020:2012).

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[1] Siete organizaciones actuaron como miembros fundadores de la Science Europe en septiembre de 2011 (DFG, la Fundación Alemana de Investigación; CERS, Consejo de Investigación Económica y Social de Reino Unido; ETAG, Consejo Estonio de Investigación; FWO, la Fundación de Investigación de Flandes; FNRS, el Fondo para la Investigación Científica de Bélgica; ARRS, la Agencia de Investigación de Eslovenia, y FNS, la Fundación Nacional de Ciencia de Suiza).

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