La comunicación de la sociedad: Comunicando la teoría de la comunicación de Niklas Luhmann

Sólo la comunicación comunica

Niklas Luhmann

Comienzo con una pregunta, a primera vista, sólo teórica: ¿dónde es posible ubicar lo eminentemente social? En una entrada previa, discutimos el lugar de la acción social en relación con la teoría sociológica, develando los problemas ontológicos que acarrearía la opción de descomponer ´lo social` de la acción en una orientación específicamente subjetivista. Lo anterior, llevado a términos más mundanos, implicaría como consecuencia ineludible cuestionar qué es lo que entra en la acción social.  ¿Las orejas, los pies o los brazos de los sujetos? ¿Sus motivaciones bajo el esquema medio-fin? ¿Qué pasaría entonces con las consecuencias inesperadas? ¿Cómo es posible que se conecten entre sí las acciones sociales? ¿Por medio de consensos, de mentes? ¿Qué ocurre entonces en el conflicto? (Torres 1992:796).

La insuficiencia de respuestas ante estas preguntas hizo que considerásemos que el concepto de acción social posee problemas de precisión teórica, especialmente cuando se lo enfrenta a los importantes avances que ha generado la cibernética y el constructivismo radical, principalmente, ante la idea de un mundo inaccesible en su totalidad que constantemente sería puesto a prueba al establecer cualquier relación con otros (von Foerster 2003:261-272). En otras palabras, la manera en que sería posible asir el mundo mediante observaciones sujetas a disenso. La problemática, por tanto, reside en la manera de concebir el mundo de manera autorreferencial –observadores en el mundo, no fuera de él- y la forma en que estas observaciones pueden ser comunicadas. En la forma en que se distingue el mundo por medio de una conciencia (sistema psíquico) y la posibilidad de comunicar dicha percepción (Luhmann 1992).

Al descartar la acción social como concepto central de la sociología, surgen como alternativas la vida o la conciencia. La primera, si es entendida como una operación celular de carácter autoproducido que busca la perpetuación de una particular forma de organización (Maturana & Varela 1998), no aclara su relación con ´lo social`. Por su parte, la conciencia puede ser irritada por la sociedad, pero al constituirse como una caja negra para los observadores, se impide que forme parte de ella. Junto con la teoría de sistemas sociales, apostamos por ubicar entonces a la comunicación como aquello eminentemente social y unidad primaria de la sociedad, reconociendo por supuesto, que la vida y la conciencia son necesarias para su emergencia (Luhmann 1998Arnold & Cadenas 2013), si bien en el mismo sentido de necesidad como una adecuada distancia del sol que permita la vida o una estructura celular que posibilite el operar de una conciencia.

Nos alejamos en consecuencia de las definiciones clásicas de la comunicación como una relación entre sujetos que transmiten un mensaje mediante un código y un medio (Shannon 1948; Shannon & Weaver 1964). La comunicación no es una transmisión de nada, pues si se sostiene aquello, surge con fuerza la necesidad de aclarar cómo se vuelve posible la concordancia entre lo que un sujeto piensa/comunica, y lo que piensa/entiende otro (Luhmann 1996, 1998). Por el contrario, definimos a la comunicación como un evento emergente sui generis que se articula mediante tres distinciones (selecciones), a saber: a) selección de información; b) selección de la manera en que se va a expresar dicha información o acto de comunicar y c) el entendimiento, es decir, la posibilidad de distinguir entre la información seleccionada y la forma en que se dio a conocer (Luhmann 1998).

Esta definición permite distinguir claramente entre conciencia (sistema psíquico) y sistema social. Los primeros constituyen sus operaciones mediante pensamientos, mientras que los sistemas sociales lo hacen a través de sus comunicaciones. De esta manera, la comunicación como elemento central de los sistemas sociales, solo se necesita a sí misma para operar, no precisando en su reproducción de pensamientos o motivaciones, sino de su propia manera de trazar selecciones entre información y la forma en que se comunica. Evidentemente se comunica acerca de pensamientos o motivaciones, pero ello, como sabemos desde Goffman (1989), sólo se realiza a partir de dinámicas estrictamente comunicativas. Por ello, al brindar la distinción entre información/acto de comunicar, el entendimiento posibilita que la comunicación siga su curso, abriendo nuevamente la posibilidad de seleccionar información y la manera de comunicarla. Por ejemplo, ego puede discernir bajo su propia observación la diferencia ofrecida por alter, instalando otra diferencia (información/acto de comunicar) (Luhmann 2007). Así la información que se desea comunicar y se espera que sea entendida, no es más que una diferencia que traza otra diferencia (Bateson 1972:452). En simple, lo habitual al comunicar un “te amo” (información) es un beso (acto de comunicar), no un escupitajo.

La comunicación habitualmente es experimentada como algo fácil, que no sufre demasiados percances en la cotidianidad. La teoría de sistemas, al contrario, sostiene que es un evento altamente improbable y que debe superar variados obstáculos para proseguir su curso con éxito. Dentro de ellos, el principal, es la posibilidad de que alguien comprenda lo que otro quiere expresar. Como señalamos, no habría un proceso de transmisión en la comunicación, por lo que poner a disposición una información siempre lidiaría con los complejos procesos del entender de otro. Otro problema puede ser observado en la improbabilidad de acceder a receptores. Si se recurre en la comunicación oral, es bastante improbable que llegue a otros destinatarios en la forma de la distinción original entre información/acto de comunicar, principalmente por el problema temporal que significa rememorar exactamente lo que ocurrió –dificultad densamente tratada por la teoría analítica de la historia (Danto 1965). Piénsese en la forma de reproducción que adoptan los chismes o rumores, siendo un buen ejemplo de ello el cuento Algo muy grave va a suceder en este pueblo de Gabriel García Márquez. En último término, una tercera improbabilidad se presenta en relación a obtener el consenso. Que una comunicación sea entendida no implica que sea aceptada en sus dimensiones informativas o expresivas –acto de comunicar–, es decir, que se incorpore a las selecciones que realizará el sistema a la hora de proseguir con sus operaciones. Siempre existe la posibilidad de negar lo que se entendió, pedir que se rectifique o incluso retirarse. En esta dirección sostenemos que estas tres formas de improbabilidad se refuerzan de manera recíproca: la improbabilidad del entendimiento se acrecienta con el problema de los receptores y las posibilidades de un no (Luhmann 1981).

Las improbabilidades descritas permiten teorizar que la comunicación en su despliegue operaría mediante un código de dos lados. Por uno de ellos, se encontraría la posibilidad del sí, mientras que por otro la opción del no. Una negación no significa que el sistema, entendido como relación de elementos comunicacionales, se acabe. Por el contrario, se abren dos interesantes opciones: la primera, que la distinción entre información/acto sea reflexionada y ofrecida nuevamente y, la segunda, la implementación de mecanismos que probabilicen un sí ante un escenario con elevadas probabilidades de un no. Casos como que ego obedezca a alter (poder), que lleguen a un acuerdo sobre la realidad del mundo (verdad), entiendan la co-sustancialidad de la vida de uno por el otro (amor) o articulen su percepción en base a criterios de observación específicos (arte), incrementan la ya elevada improbabilidad de la comunicación. Para ello, en una siguiente entrada nos enfocaremos en la teoría de los medios de comunicación simbólicamente generalizados, medios que la propia evolución social ha generado para enfrentar estos fenómenos –v. gr. amor, arte, poder, derecho, verdad y dinero– (Luhmann 1998:99-130).

Dentro del debate contemporáneo sobre la comunicación se puede mencionar la propuesta de Dirk Baecker (2006, 2007a, 2007b, 2008, 2011, 2013). En ella, el sociólogo alemán posiciona la introducción del computador como una revolución en la forma de comunicar, lo cual podría conllevar una nueva forma de diferenciación de la sociedad, acoplada a la diferenciación funcional. En la misma línea, sitúa el debate sobre si los PC’s podrían comunicar o no a la luz de la teoría sistémica de la comunicación. Otros aportes pueden ser encontrados en la posible conexión entre la teoría descrita y las ciencias cognitivas (Mascareño 2008), la comunicación como una alternativa a la teoría de la acción (Stichweh 2000) o la relación entre comunicación y contexto social (Berg 1995).

2 comentarios

Juan Marcos Rivero Sánchez 08/09/2015 Contestar

Conocí a Luhmann durante mis estudios doctorales en Alemania. Pese a estudiar en Frankfurt a.M., siempre consideré muy superior el enfoque luhmanniano al de Habermas, cuyo pensamiento influenciaba e influencia todavía a la Escuela de Frankfurt. Desde esa época al día de hoy, sigo interesado en el desarrollo de la Teoría de los Sistemas. Pese a que no conocía esta revista, su descubrimiento me ha parecido muy interesante. Específicamente, destaca el artículo sobre la comunicación por su precisión en cuanto al uso de los conceptos, algo que, por lo demás, no es común, ni siquiera en los escritos de muchos que dicen «entender» a Luhmann. Dr. Juan Marcos Rivero Sánchez. Catedrático. Universidad de Costa Rica.

Felipe Pérez-Solari 08/24/2015 Contestar

Muchísimas gracias por su comentario Profesor. Comentarios como el suyo nos impulsan a seguir trabajando en la misma dirección (!).

Saludos desde Santiago.

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